«El después de recibir un trasplante de órgano, es un querer vivir constante»

Belén Arce Batalla es montecasereña pero hace más de 20 años vive en Goya junto a su esposo Ramón Dario y su pequeña hija Emma de 7 años. Fiel lectora de diario época, escribió un mail para poder contar historia de vida de su esposo, que recibió un trasplante de riñón y hoy llevan la bandera de la donación de órganos en lo más alto. 

El pasado 30 de mayo se conmemoró el Día Nacional de la Donación de Órganos y durante todo ese mes se concientizó sobre este gesto solidario que permite que cada año miles de personas recuperen su salud o salven su vida gracias a un trasplante. En diálogo con diarioepoca.com, Belén compartió la historia de su esposo Ramón: «Como familia Dios nos eligió para darnos una de las pruebas más difíciles, nuestro jefe de hogar necesitaba un riñón para vivir y cambiar sus largas horas de diálisis por paseos en la plaza. Hace exactamente 2 años un ángel donante, que creemos es correntino, dejó su legado y cambió la vida de mi esposo y también la nuestra», comenzó su relato.

«Nosotros nos enteramos de que mi marido necesitaba un trasplante renal el 10 de mayo del año 2022. Venía luchando hacía cuatro años con una insuficiencia renal crónica ya casi terminal. Sabíamos que había una posibilidad de entrar a diálisis, así que el 10 de mayo del 2022 terminó la función renal», comentó. En ese momento Ramón entró en estado de gravedad al hospital zonal de Goya, donde lograron salvarle. «Tenía aproximadamente tres kilos de sustancias tóxicas en su cuerpo y la única manera de poder depurar era mediante diálisis, así que había que ver si iba a resistir. Resistió todo, entró a diálisis el día 12 de mayo y ya cuando entró a diálisis, por la edad que tenía, 48 años, ya sabíamos que era un candidato a poder recibir un trasplante de riñón, pero previamente tenía que pasar por diálisis y luego tenía que pasar por el apto del centro de diálisis para que recién se puedan hacer los estudios pre-trasplantes en el Instituto de Cardiología de Corrientes», detalló Belén sobre aquel momento angustiante. 

«Ninguna familia está preparada para que te suceda esto. Es una cachetada que nadie espera o que por ahí quizás no queremos caer en la realidad. Yo era muy realista, sabía lo que me podía encontrar, me venía preparando, pero acepto que ese día ha sido uno de los días más difíciles con una nena de cuatro años recién cumplidos, sola en un hospital y que te den ese diagnóstico, no es bueno», explicó con angustia sobre el momento de la noticia. 

«Ninguna familia está preparada para que te suceda esto. Es una cachetada que nadie espera», compartió Belén.

Belén se sinceró, «fue una lucha muy larga porque él no tenía empleo, no teníamos casa propia, alquilábamos, tuvimos que hacer una casa de cero, tener las condiciones para él para que pueda estar bien. Mucho, mucho trabajo, mucha fuerza le pusimos y, desde el día uno él quiso vivir. Así que lo acompañé de todo el proceso que llevamos, yo no dejé de estar un día con él, estuve en todo el proceso, así que aprendí mucho».

La fe

En medio de la tormenta y con la esperanza de poder conseguir un donante para Ramón, Belén contó «somos muy creyentes. Creemos en un Cristo único y verdadero, y sí, nos aferramos a los caminos de Jesús y sabíamos que Él iba a guiar los pasos y así fue. Sabemos que es un milagro de vida y estamos convencidos de eso», remarcó para diarioepoca.com

La lucha en equipo

Belén describió como un «gran equipo» para sobrellevar esta prueba. «Desde el día uno, mi marido sabía que él ponía el cuerpo, que era parte del equipo principal, y que yo ponía todo lo administrativo para que él pudiera tener todo el tratamiento que requería. También tuvimos el apoyo de nuestras familias. Siempre pensábamos en positivo, nunca hubo miedos, siempre se esperó confiado. Sabíamos que iba a llegar y desde el primer día que él entró en diálisis la hermana dijo que se postulaba para donante vivo para hacer los estudios, cosa que lo hicieron, que salieron altamente compatibles los dos, así que fue un año que se demoró entre el ingreso a diálisis y el trasplante, pero el trasplante llega de un paciente cadavérico», expresó. 

 «Fue una lucha muy larga. Mucha fuerza le pusimos y desde el día uno él quiso vivir», confesó la mujer. 

El día esperado

En medio de muchos vaivenes el día del trasplante llegó «luego de unas horas de diálisis en el Cardiológico, el día 24 de mayo de 2023 él entra a las 13:30 a cirugía para las 19 ya estaba en terapia intensiva sabíamos que iba a ser larga la recuperación y así fue habremos estado más de 20 días en Corrientes. Nos adaptamos y cuando tenés un paciente en esas situaciones tenés que esperar el día a día y el informe del día. Todas las horas son esperadas pero las 72 primeras horas post trasplante son las críticas así que siempre muy confiados que iba a funcionar», confesó Belén.

La vida después de ser trasplantado 

«El después es una vida totalmente distinta. Hoy estamos convencidos y llevamos la bandera de la donación de órganos a dónde sea. Es un proceso largo, desgastante para algunas familias, fortalecedor también porque te hace sacar lo mejor y lo peor y uno fortalece muchas cosas. Pero el después del trasplante es único. Mi marido antes de entrar a diálisis caminaba una cuadra y se cansaba. Hoy anda más horas que yo en el día. Tiene una vida normal, como todos».

 «Hoy llevamos la bandera de la donación de órganos a dónde sea. Es un proceso largo, desgastante y fortalecedor porque te hace sacar lo mejor y lo peor», describió Belén.

Sobre la rutina de Ramón, la mujer detalló: «Se levanta a las 6 de la mañana, se acuesta a las 12 de la noche, hace deportes si no hace fuerza. No tiene trabajo formal, pero somos emprendedores, así que hacemos de todo en nuestra casa. Se puede ocupar de su hija, puede ir a los actos de la escuela, cosa que estando en diálisis se le hacía imposible. Puede participar de reuniones familiares. Puede hacer un montón de cosas que cualquier papá quisiera hacer. Lleva una dieta especial y toma una serie de medicamentos que los va a tomar de por vida pero es nada comparado a lo de antes», destacó.

«El después de un trasplante es un querer vivir. El que recibe un trasplante lo cuida. Lo cuida y lo cuida porque quiere vivir. Él ha demostrado que ha querido vivir, así que todos los días lucha por tener una salud intacta», dijo orgullosa Belén.

Como sociedad ¿qué nos falta para tomar más conciencia de la donación de órganos?

«Nos falta muchísimo todavía. Nos falta educación, la educación desde los jardines de infantes. A las personas grandes no le podemos cambiar la manera de pensar porque ya tienen una base sólida pero desde la niñez, podemos cambiar a las nuevas generaciones», reflexionó. 

«Debemos cambiar en cuanto a la conciencia, porque nadie se imagina lo que pasa a la familia de una persona que está esperando un órgano y nadie se imagina lo que pasa a la persona que está esperando ese llamado para poder cambiar su vida. Entonces en tiempos en donde se habla de tanta empatía, esa palabra tan linda que surgió, ser empático es ver a mi prójimo con sus necesidades y fortalezas y es eso lo que nos va a faltar y que nos falta y que creo que es un trabajito dormido, muy lento, pero que algún día va a llegar», anheló.

Por Mónica Pared

Redacción de época

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