El dólar oficial del Banco Nación ha experimentado su mayor incremento semanal en más de un mes, alcanzando la cifra de $1.260. Este aumento se produce en un contexto de creciente inestabilidad económica, donde el dólar mayorista cerró en $1.241, superando ya los valores previsibles en el Presupuesto 2026. La situación plantea interrogantes sobre cuál es la mejor alternativa de inversión: optar por la compra de dólares o establecer un plazo fijo en pesos.
Economistas y analistas han comenzado a evaluar las implicancias de esta escalada en el precio del dólar. Entre ellos, algunos sugieren que, a pesar de la creciente inflación, el dólar sigue siendo una herramienta de refugio ante la devaluación de la moneda local. Esto se debe a la constante pérdida de poder adquisitivo que sufren los ahorristas en un contexto inflacionario que continúa azotando la economía argentina.
La recomendación de varios expertos financieros es clara: en tiempos de incertidumbre económica, el dólar se presenta como una opción más segura que el plazo fijo, que no siempre garantiza una rentabilidad que supere la inflación. Aunque las tasas de interés de los depósitos a plazo fijo pueden ser atractivas, frecuentemente no pueden competir con la depreciación del peso ante la creciente cotización del dólar. En este sentido, la preferencia por el dólar se refuerza.
Un análisis de los datos históricos muestra que el dólar ha tenido un rendimiento superior al de otras inversiones en diversos momentos críticos en el país. Al comparar la inversión en dólares con depósitos en pesos en períodos de crisis previos, la moneda estadounidense ha demostrado ser un resguardo más seguro. Esto provoca que la confianza en el dólar continúe en aumento, especialmente en tiempos de incertidumbre.
La reciente suba del dólar también tiene repercusiones en el comercio y el consumo. A medida que el dólar se incrementa, los precios de los productos importados se ven directamente afectados, lo que puede llevar a un aumento generalizado de precios en la economía. Esto, a su vez, puede generar un ciclo inflacionario que afecte aún más a los consumidores, quienes podrían verse obligados a ajustar su presupuesto familiar.
Los consumidores, además, deben ser cautelosos sobre la fluctuación del dólar, ya que esto puede influir en las decisiones de compra a corto plazo. Mediante el ajuste de precios en distintos rubros, especialmente en bienes de consumo masivo, se genera una tensión que puede desdoblarse en una menor actividad comercial. Esto supone un dilema tanto para comerciantes como para consumidores.
Otro aspecto a considerar es la confianza en las políticas económicas del gobierno vigente. Con un dólar en constante aumento, surgen preguntas sobre la capacidad del gobierno para controlar la inflación y estabilizar la economía. Así, la desconfianza puede llevar a un aumento en la demanda de dólares como refugio.
La opción entre dólar y plazo fijo refleja un dilema más amplio sobre la seguridad del ahorrante argentino en un contexto complicado. La incertidumbre políticas, las tendencias inflacionarias y la fluctuación del mercado internacional son factores determinantes en esta elección. A medida que el escenario siga cambiando, es probable que los ciudadanos busquen alternativas más seguras para resguardar su poder adquisitivo.
Con todo, la recomendación de optar por el dólar en lugar de un plazo fijo queda en el centro del debate económico. La tendencia puede cambiar dependiendo de las futuras políticas económicas y decisiones gubernamentales. Sin embargo, la creciente suba del dólar enfatiza la importancia de la elección del instrumento de ahorro más adecuado.
